El Padre Maciel y Walter White: Todo lo hago por el bien de mi familia/orden religiosa

 

Fui llamado por Dios a fundar una orden religiosa

(Traducción y adaptación del inglés original, Father Maciel and Walter White: Breaking Bad in Meth and Sex , ReGAIN: http://regainnetwork.org/2016/02/06/marcial-maciel-walter-white-breaking-bad-in-meth-and-sex

 Breaking Bad es un drama para televisión creado y producido por Vince Gilligan. La serie salió al aire originalmente en la red AMC durante cinco temporadas, desde el 20 de enero 20008 hasta el 29 de septiembre de 2013. Cuenta la historia de Walter White (Bryan Cranson), un profesor de química de high school diagnosticado con cáncer del pulmón, quien, con su exalumno Jesse Pinkman (Aaron Paul), se entrega a la vida criminal. Produciendo y vendiendo metanfetamina cristalizada para asegurar el futuro económico de su familia antes de morir, navega los escollos del mundo del crimen. El título, “Breaking Bad” viene de un modismo del sur de los EEUU que significa “armar la de Troya”. La serie se filmó en Albuquerque, Nuevo Mexico.

(Wikipedia)

 

Lo hago por mi familia…

Es la frase y la razón que el profesor de química, Walter White, usa para justificar sus acciones cuando se lanza a manufacturar y distribuir la metanfetamina. El proyecto se hace cada vez más peligroso al adentrarse en el mundo del narcotráfico. Walter poco a poco emplea medios más y más despiadados para “proteger” a su familia, a su “negocio” y a sí mismo. El que fuere una persona común, hasta bueno, poco a poco se va torciendo y endureciendo al utilizar todo y a todos para lograr su fin. Quizá la intención inicial fuera buena -proveer por su familia- pero Walter va perdiendo su consciencia moral al usar cualquier medio que crea necesario.

A pesar de ser resentido, vengativo y egoísta, Walter trata de mantener relaciones “normales” con su esposa, su hijo discapacitado y su hijita recién nacida. Para encubrir su vida doble Walter crea una red to mentiras y engaños. Posee una capacidad extraordinaria para controlar, manipular a los demás y reclutarlos para su causa mientras que les convence que está buscando su bien. A veces siente una cierta tensión interior entre sus dos vidas cuando observa los efectos devastadores de sus acciones, pero la pasión por alcanzar su meta prevalece tarde o temprano. Walter va demostrando una tremenda astucia y crueldad para vencer y a veces masacrar a sus “enemigos”. Jesse, su compañero de laboratorio, testigo y también víctima de su crueldad, es el primero en ver lo que hay debajo de las capas de “buen padre de familia” de Walter y quien al final se vuelve en su contra.

En el último episodio, cuando su esposa le enfrenta, Walter cínicamente confiesa que, en el fondo, detrás de su fachada de esposo y padre, él disfruta de sus acciones criminales. Le hacen sentirse libre, fuerte y realizado.

 

                                                        &&&&&&&&&

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

Es la convicción que impulsa desde los quince años a Marcial Maciel, un mexicano provincial blanco de ojos azules.

Nuestro protagonista está plenamente convencido que Dios le ha llamado. Su niñez en un hogar con una madre consentidora y un padre castigador le lleva al aislamiento y a la desconfianza. Se rumorea que durante su pubertad fue abusado sexualmente por uno de los mozos del rancho familiar Poca Sangre. A partir de ese momento Maciel jura que nadie volvería a hacerle daño ni a humillarle. Parece ser que las niñas no le atraían y que, a diferencia de los otros chicos precoces de Cotija, Michoacán, nunca tuvo una noviecita. Los otros muchachos le apodaban “marica” por sus manierismos y “cegatón” por usar lentes. Pero eso no importaba porque Dios le estaba llamando a seguir los pasos de sus tres tíos, obispos santos. Anhelaba ser admirado y famoso en vida como su tío Rafael[i]

Con la mística llamada firmemente implantada en su sique, Marcial interpretaba cada evento, por más insignificante, como una confirmación de su misión especial. El primer paso era necesariamente ingresar en un seminario. Con entusiasmo emprendió el camino. Tuvo su primera prueba. Parecía que Dios estaba en su contra cuando le expulsaron tres veces de los seminarios. Al tratar de infundir en algunos compañeros menores la verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús, los superiores le acusaron de familiaridad. El Espíritu Santo siguió impulsándole y pudo astutamente, a la edad de diecinueve, ganarse la confianza de su tercer tío obispo, Mons. González Arias de Cuernavaca. Su tío comprendió la vocación especial de su sobrino, Marcial, y lo acogió. Así se realizaban los sueños del santo en ciernes.

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

Marcial pudo seguir cumpliendo con su misión de reclutar a varoncitos de 9, 10 y 11 años para su nueva orden, Los Misioneros del Sagrado Corazón. Le gustaba estar cerca de estos, sus cofundadores. Quería protegerlos. Que otros no les marchitaran, como sucedía en otros seminarios. Sus lecciones fueron muy claras y prácticas. Con las manos bien lavaditas, les ensenaba cómo manipular sus incipientes excitaciones y cómo aliviarle a él unos dolores muy fuertes en sus partes íntimas- ¡otra prueba de Dios para el santo! –  A veces daba las clases a un selecto grupo de los más inteligentes y finos para que vieran que no había nada malo y varios podrían colaborar en la labor caritativa para con el fundador. Además, no es que fuera pura biología. Tenían que realizar los “masajes estomacales” con amor y delicadeza. Para él, siempre fue una expresión de amor.

Pero no podía contarles a otros sacerdotes acerca de su amor por sus seminaristas. No entenderían. Y podrían perjudicar la misión divina que le habían encomendado: crear una nueva orden religiosa que sería mejor y más grande que los jesuitas que le habían rechazado en el seminario de Montezuma, Nuevo Mexico. Empleaba toda su astucia para mantener el silencio de sus víctimas privilegiadas. Pudo neutralizar exitosamente la ira del Sr. De la Isla que vino a reclamar el abuso de sus hijos. Los seminaristas le tenían por un santo, elegido por Jesucristo para crear una nueva obra. Se sentían orgullosos de pertenecer al selecto grupo de los comandos de Cristo. Y el Padre Maciel estaba seguro que sus pecadillos no tenían tanta importancia comparado con la misión gigantesca que él llevaba entre manos. Estaba convencido que Dios sabía y comprendía.

Además, él estaba demasiado ocupado formando a sus seminaristas, recaudando fondos de las viudas ricas y sirviendo a todas las necesidades de sus muchachos como para tener tiempo para los estudios de filosofía y teología. Marcial no tenía tiempo para cosas aburridas y sin frutos prácticos. Su tío obispos se hizo la vista gorda de estos detalles y decidió ordenarle sacerdote al palpar el celo apostólico y el espíritu emprendedor de su sobrino fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón. Marcial pudo realizar una nueva etapa de sus sueños con la ordenación sacerdotal el día 26 de noviembre de 1944. Tenía veinticuatro años. Como Jesús, Marcial estaba fraguando el grupo de sus discípulos, futuros apóstoles del Reino.

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

No se podía escatimar nada en la formación intelectual de los suyos. Ganándose el apoyo del embajador de España, Martín Atajo, consiguió pasajes para sí y sus misioneros desde el Puerto de Veracruz hasta Santander para inscribirles en el seminario de Comillas. Todo iba viento en popa hasta que algunos superiores malintencionados, jesuitas, comenzaron a dudar de su santidad e idealismo. Tuvo que recurrir a los analgésicos debido a sus fuertes dolores de cabeza que le venían por el sufrimiento moral. Gracias a Dios, sus discípulos de confianza comprendieron la necesidad de medicamentos como de Demerol para las migrañas.  Era maravilloso también como ellos entendieron su papel en el Plan de Dios. Les explicó la intensidad de sus dolores abdominales. Entendieron que para buscar un alivio justificado no podía él recurrir a mujeres pecadoras; quebrantaría su voto de celibato. Y que sería todavía peor si enlistara la ayuda de unas monjas piadosas para suavizar sus sufrimientos físicos. Como un mal menor, un grupito de los más delicados aceptó hacerle los masajes a sus partes íntimas como un acto de caridad hacia el fundador.

El Padre estaba seguro que su misión era muy elevada y que para lograr las metas fijadas por Dios necesitaría buscar apoyo en la Curia Romana y del mismo papa. Así los enemigos de la Iglesia no podrían impedir el crecimiento de la semilla divina. El Espíritu Santo le había dado el don de identificar a los líderes de cualquier grupo u organización. Así pudo descubrir quiénes eran los más poderosos de la Curia. Sus ojos azules se agudizaron para escudriñar los corazones y desvelar las debilidades y flaquezas de cada individuo. Se hizo amigo de los más influyentes y archivó en su memoria lo que les gustaba y si tenía algunos sucios deseos escondidos en el armario: dinero, muchachos, comodidad… Si no les conquistaba de esta manera tendría que recurrir a otros métodos menos nobles: el chantaje o la amenaza solapada o abierta. Su arma más poderosa era sus seminaristas guapos e inteligentes que ponía a disposición de los monseñores más importantes.

En algunos momentos tambaleó el Plan de Dios. Uno en el ’48 cuando sus enemigos en el Vaticano trataron de impedir la aprobación de la nueva orden religiosa. El obispo estaba a punto de recibir su profesión religiosa para darle el Nihil Obstat (nada impide) cuando despacharon una carta negativa desde Roma. Pero, gracias a la inspiración del Espíritu Santo, el Padre Maciel puedo adelantarse y convencer al obispo a apurarse. Al recibir los votos del Padre Maciel y de otros dos religiosos quedaba establecida la nueva orden como congregación religiosa de derecho diocesano.

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

Una vez que Maciel ha probado su fidelidad a Dios, todo va viento en popa. Siguió disfrutando del amor de sus seminaristas. Al ir creciendo ellos, facilitaron el desarrollo sexual de su maestro. La pedofilia (amor a los niños) se volvió efebofilia (amor a los jóvenes) y de ahí pasó a homosexualidad (amor entre hombres) -aunque siempre con una diferencia de edad y en unas relaciones donde él fuera siempre el dominante. A pesar de este desarrollo y una gama amplia de amantes siempre conservó su predilección por los púberes; le encantaba su inocencia y suavidad. Su consciencia nunca se turbaba y le confortable el saber que tales pecadillos era muy comunes entre los miembros de la Curia Romana.

Algunos seminaristas se cansaron de las atenciones preferenciales y otros se desilusionaron al descubrir que su relación con el fundador no era exclusiva. Esto le molestaba al fundador, pero siempre supo aplacar a los desafectos dándoles lo que querían, enviándoles lejos o regalándoles una posición de autoridad en la Legión. De repente, alguno no estaba conforme, volviéndose “irrespetuoso”, pero Marcial siempre supo cómo manejar tales situaciones: con una frase ambigua por aquí y una sugerencia por ahí, sabía cómo poner mal a los descontentos. De vez en cuando habría algún hijo de puta que no quería entender y el fundador no tenía otro remedio que castigarles inventando algún cuento: que su heterosexualidad era un obstáculo a su ordenación sacerdotal, que si salían perderían su alma revolcándose con putas, que tendrían que rascarse con sus propias unyas… Si alguno pusiera en peligro la Obra de Dios tenía que expulsarles – ¡ay Dios, que satisfacción le daba aquello -con las injusticias que él había sufrido a manos de los jesuitas desgraciados!  Habría algún tonto que se dejaría enredar con mujeres y a estos los mandaba a Las Islas Canarias, a Brasil, Colombia, Venezuela o Cancun donde las mujeres tenían la sangre caliente… ¡Ellos mismo se lo buscaron al oponerse a los Planes de Dios y cuestionar las intenciones el Fundador!

El Papa Juan Pablo II era tan ignorante de la malicia humana y las intrigas de la Curia Romana que a Marcial re resultó fácil envolverle en sus ardides. Una vez que se ganó la confianza del polaco simplón, Marcial estaba volando alto. El Papa le alabó y le honró públicamente. ¡Qué más podía desear cuando el Vicario de Cristo en la tierra estaba aprobando al fundador y su obra! La autoestima del hombre de Dios estaba por las nubes y el éxito de la Legión no conocía límites.

El Espíritu Santo le había concedido otro don especial al fundador: el don de recaudar y manejar dinero. A Marcial le gustaba hacer negocios, invertir, comprar y vender inmuebles. Ensenó a sus discípulos cómo recaudar fondos entre viudas ricas vulnerables y hombres de negocios temerosos de su salvación eterna. En los EEUU tenía un equipito de irlandeses que lanzaron un sistema de recaudación por correo masivo (mass-mailing) y esto traía muchos dólares a las arcas del Reino. Los gringos sencillos y devotos enviaban donativos grandes y pequeños para entrenar a los seminaristas de las Misiones Extranjeras de la Legión destinados a lugares remotos de África y Asia. Los gringos creerían cualquier babosada. Cuando se asomaba algún pez gordo el fundador se presentaba en persona para ganarse a las viudas solitarias con su Mexican charm. El santo se divertía mucho con este sainete tan bien orquestada. Durante algunos meses los Padres Bannon y Bailleres ablandaba a las devotas viudas con amables visitas y ramilletes espirituales. Y ya cuando el torito se tambaleaba por la rueda, entraba el Gran Torero para darle la estocada de gracia. Y las manos de las moribundas viudas se abrían para dejar caer sus sonoras monedas de plata en las arcas de la Legión.

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

Ya en la gloria, Marcial se preguntaba qué tal sería tener una familia. Siempre había despreciado a las mujeres, sobre todo por su sexo que emanaba todas clase de líquidos asquerosos -al menos eso es lo que decía a sus seminaristas… Pero quizá las mujeres tuvieran su propio encanto en sus partes íntimas, más recónditas que los hombres. A esas alturas Marcial había probado muchas formas del sexo: con menores, con púberes -esta era su especialidad: ver con qué trepidación le ofrendaban su virginidad; presenciar su primera excitación, su temor, su rubor, su confusión mientras él los manipulaba como marionetas. Controlarlos engañándoles y luego usarlos a su antojo. ¡Eso era lo máximo, inigualable! También le daba satisfacción engañar a los mayores y satisfacer sus apetitos con ellos. Con los más maduros podía soltar las amarras y compartía con ellos el sudor, los forcejeos y los jadeos de placer. De repente podría lograr que le dieran el grandote donde más le gustaba o que el metiera su Excalibur donde muchos no querian.

Así que ya había hecho todo. Pero después del tiempo de cansó de todos esos seminaristas rígidos y beatos. Se le salía la vena en su frente cuando no sabían hacerlo y les gritaba con rabia: Salgan de mi presencia, inútiles! ¡No saben cómo aliviar los dolores de su fundador! ¡Si no se enmendaban les echaba a las tinieblas exteriores, expulsándolos de su harén.

¡Por qué perder su tiempo con estos ingratos! Comenzó a explorar el placer con adolescentes menos inhibidos. Los encontraba cuando salía de la casa madre con $10,000 dólares en el bolsillo, entregados por el padre ecónomo, y que le llevaban a ciudades lejanas como Bogotá, Caracas, Río… Estos profesionales sabían cómo hacerlo y sin tantos titubeos y mojigaterías. Como Superior General de la orden más exitosa de la Cristiandad, estaba agobiado de trabajos y responsabilidades. Necesitaba descansar de la mente. La gente pequeña se divierte con el fútbol y las telenovelas. Pero los grandes empresarios del Reino de Cristo merecen entretenerse de una manera digna, con los mejores hoteles, lugares de descanso y diversión. Le encantaba andar de incognito con un traje bien tallado por la tarde o con estilo casual con una fina guayabera y su sombrero de Panamá en los climas más tropicales. A veces traía a un seminarista guapo consigo. Este le servía como un elemento de atracción o de fachada en caso de que se topara con algún conocido; siempre podría decir que estaba descansando y que el seminarista le acompañaba para defenderle de las tentaciones del mundo…En otras oportunidades Marcial iba de verdad a encontrarse con algún bienhechor o bienhechora y le convenía guardar ciertas apariencias. Las más de las veces el seminarista se quedaba en el hotel, pendiente del teléfono por si el superior les necesitaba. El fundador tenía asuntos muy importantes que atender.

Con cierta frecuencia el Hombre de Dios encontraba a alguna mujer atractiva en el camino, Nora o Flora, dispuesta a hacer lo que fuera para hacer avanzar el Reino de Cristo. Siempre comenzaban por invitar al refinado padre de los ojos azules y porte aristocrático a cenar con ellas. Marcial siempre guardaba cierta distancia con ellas, no vaya ser que hubiera algún marido o hijo celoso de por medio. Además, no quería secar la fuente de tan generosa ayuda con alguna indiscreción de su parte. Pero le servían porque aprendió lo que le gusta a la mujer y cómo halagarlas y cautivarlas.

 

Yo fui llamado por Dios para fundar una orden Religiosa

¿Así que por qué no entrarles a las mujeres? A estas alturas era intocable y el desafío de nuevas actividades clandestinas venció su instinto cauteloso. Se propuso ganar la confianza de una mujer para ver qué destrozos podría causar su arma invencible. Ai! Se preguntaba por qué no se le había ocurrido esto antes. La vagina se ganó el vivo interés de la pila Ever-Ready del fundador. Se sorprendió con la docilidad de la primera mujer que encontró en el puerto de Veracruz. Se le entregó “por un puñado de dólares” después de demonstrar que no tenía ninguna enfermedad venérea que ensuciara el instrumento de Dios. Aquella docilidad se parecía a la docilidad de los niños. Se sentía fuerte, pujante y poderoso. Nadie le estaba abusando a él. ¡Él estaba en control, usando de otro!

Norma, no Nora, una mujer sencilla y decente; respiraba un aura maternal y llegó a ser su compañera constante. Marcial adoptó otro nombre y otra identidad quiso tener la experiencia de ser un hombre casado. Y Norma fue la que le regaló una hija, Normita, con la cual se sentía padre en el sentido pleno de la palabra. Disfrutaba de sus dos paternidades, de sus dos mundos. Se sintió tan contento con Normita que la presentó al Papa Juan Pablo en audiencia privada. Y el buen polaco, sin sospechar nada, les dio la bendición. ¡Qué chocho! La otra mujer era más refinada. Y le dio más. Marcial llegó a tener sus propios hijitos. Se sentía totalmente feliz. Los niños, tan suaves, tan puros, tan inocentes… Pero de veras que se sintió mal en un par de ocasiones. No pudo controlarse y se abalanzó sobre ellos para acariciar sus partes íntimas. El Demonio le hizo caer. Igual que a San Pablo: “el aguijón de la carne…” ¡Demonio, hijo de puta!

Lo que más le llenaba era engañar, seguir viviendo la vida doble, o triple, con lo que implicaba el peligro, el usar su astucia, el escabullirse de situaciones difíciles, de manejar sus varias vidas: fundador, padre espiritual, guía de almas, consultor de la Santa Seda para los asuntos de México y América Latina, ingeniero civil y arquitecto de los edificios de la Legión y del Regnum Christi, superior general que disponía de almas y destinos eternos, qué hombres se ordenaban sacerdotes y a quienes podía correr si le caían mal, controlar promesas de vírgenes consagradas, los muebles de todos los edificios. El seguir engañado a las mujeres que le creían agente de la CIA o gerente de Petróleos Mexicanos. Le fascinaba su ingenuidad. ¡Merecían ser engañadas! Lo mismo pensaba de todos los estúpidos Legionarios que le seguían sin cuestionar, y de todos los mezquinos cobardes de la Curia Romana que lamían sus botas con tal de recibir una canasta de Navidad, unas botellas de brandy Fundador y el roce con los seminaristas guapos. Se sentía lástima por el papa polaco, pobrecito, con su Parkingson’s y la edad avanzada.

Sentía un vivo agradecimiento hacia el traidor Amenábar, hacia Alonso y Ferrán que le habían ayudado a formular el Movimiento Regnum Christi allá en los años 1960 en Via Aurelia 677, Roma. Éste tuvo un papel muy importante en aumentar el Poder y la Gloria del fruto de sus entrañas, La Legión de Cristo. La imagen impecable de las señoritas consagradas fomentaba el prestigio de la Legión y le cubría las espaldas contra las calumnias que nunca faltaban. Las señoritas “del Tercer Grado”, 3GF le adoraban y estaban dispuestas a todo por el fundador. Bueno, casi todo: aunque su frigidez e infatuación espiritual-romántica no le ayudaba en lo personal, servían para rodearle de un boato de santidad; nunca se quitaba la máscara de beato en su presencia -a no ser que se tratara de señoritas de total confianza. Lo mismo pasaba con las masas de miembros casados del Regnum Christi: esposos, esposas e hijos que le mantuvieron en su pedestal.  Sus ojos azul pálido brillaban de satisfacción durante las presentaciones públicas de Familia y Juventud en los EEUU; sobre todo cuando sus “tontos útiles” como Jeb Bush y Rick Santorum daban la introducción y seducían a los miles de católicos republicanos conservadores que condenaban el aborto y la contracepción, callando la pedofilia, la pobreza y la discriminación contra mexicanos e inmigrantes.

Se reía a solas pensando en cómo había podido esconder sus vidas privadas exitosamente durante tanto tiempo. ¿Por qué Dios le había hecho tan inteligente y astuto? Pero Marcial sabía la respuesta de antemano: para establecer el Reino de Dios en la sociedad, en el cristianismo y en todo el mundo. ¡Amén!

El carrusel se paró momentáneamente cuando Ratzinger le pidió que se diera de baja como superior general.

-El alemán me quiere joder. ¡Jo! ¡Ya veremos! Tengo a amigos muy poderosos dentro de la Curia. Y en México no digamos. A pesar de sus vidas desgraciadas siguen creyendo en Dios de alguna manera, o temen el inferno, o son devotos de la Virgen de Guadalupe. Hombres muy hombres que quieren que les consiga indulgencias para cubrir sus vidas putaneras, sus asesinatos a sangre fría y sus robos descarados … Quienes me presten sus aviones y helicópteros para movilizarme y seguir extendiendo el Reino de Cristo y pasarla bien. He cumplido mi misión. La Legión de Cristo está firmemente establecido en cuanto a personal, finanzas y aprobación eclesiástica. Es la orden católica más exitosa y más rica del mundo. No pudieron mis enemigos parar la marcha triunfante de la Obra de Dios. Como Nuestro Señor Jesucristo, cuyos pasos he seguido fielmente desde la juventud, puedo proclamar triunfante: ¡Padre, he acabado la obra que Tú me diste!

o

Leave a ReplyCancel reply

Translate »
%%footer%%